Como ya sabéis, hace un tiempo abandoné las redes sociales, algo que me ha traído mucha tranquilidad y descanso además de tiempo y espacio para poder pensar tranquilamente y dedicarme a fondo a mi trabajo y relaciones con personas que me importan y a las que importo. Sin embargo, aún quedaba una red por abandonar de la que finalmente he saltado por razones que que me gustaría compartir con vosotros.
Lo primero que quiero dejar claro es que esta desconexión es personal e intransferible. Entiendo que haya gente que pueda estar más o menos de acuerdo con mis acciones y mis razones, solo utilizo este medio como un lugar de encuentro y para compartir mi experiencia dentro de este mundo de la tecnología, en parte virtual, al que llevo dedicando mucho tiempo… Y ese término, «virtual», es una de las claves de mi decisión de salir de las redes sociales y finalmente, de WhatsApp.
Mi situación personal es otro factor clave. Para mí, las redes sociales han supuesto un canal de socialización primario con el que he conectado con mucha gente y he hecho amistades muy importantes. Yo vivo solo, y entiendo que quien tiene pareja habla con ella y comparte sus ideas, preocupaciones y alegrías a diario, también con sus hijos y luego tal vez con las amistades y familia con las que se ve en persona habitualmente. Por último, accede a las redes para divertirse, entretenerse, pasar el rato y contactar con esas amistades virtuales… Ese no es mi caso, y por tanto yo soy más vulnerable a los daños de estos entornos, daños que por circunstancias especiales ya han llegado a afectarme lo suficiente para prescindir de sus servicios y acelerar la salida.
Cuando abandoné las redes el pasado 30 de junio decidí quedarme en WhatsApp por motivos profesionales principalmente. Tenía contactos importantes ahí que debía mantener para el inicio del curso 2020/2021. Sin embargo, seguí manteniendo también contacto «virtual» con familia, compañeros de trabajo (algunos más cercanos que otros) y amigos de toda la vida. Ese tipo de contactos siguió la misma línea que en las redes sociales… contacto esporádico, superficial, afecto cogido con pinzas y sin continuidad en la realidad, lo que viene a ser virtual, virtual.
Este tipo de relaciones son las que se están promoviendo actualmente en nuestra sociedad. Lo de quedar para vernos, lo de preguntar en persona, lo de atender a la gente y preocuparse de verdad por cómo está uno está quedando en segundo plano (en el mejor de los casos). He llegado incluso a mantener conversaciones profundas con personas por WhatsApp y luego vernos en persona y parecer que había hablado con otro individuo, ni sacar el tema, como si fuese un extraño. Este tipo de relación no es lo que yo quiero, y tampoco es lo que quiero fomentar.
Tampoco veo serio utilizar como medio de coordinación profesional (docente) la misma plataforma por donde se intercambian memes, bulos y fotos de negros con miembros desproporcionados… creo que no es serio y creo que contribuye a desprestigiar cualquier profesión, no podemos ir con la cabeza alta como docentes coordinándonos a la vez que nos llega contenido de ese tipo, que sí que se puede consumir, cada uno es libre, pero que venga por el mismo canal información tan distinta, para quien entienda lo básico de psicología y lo que puede afectar a nuestro concepto personal y profesional… no es bueno.
Por otro lado, el trinomio WhatsApp-Facebook-Instagram nos llena la mente de pajaritos, no nos permite pensar con claridad, construye una realidad a conveniencia de intereses muy alejados de los valores de la amistad y el amor, más cercanos al consumismo, al objeto, a la imagen, a la apariencia y a los estereotipos.
WhatsApp es un medio de comunicación ágil y barato, en el que «están todos», sí, pero es propiedad de Facebook y junto a él va Instagram (esas dos de momento). Nos obliga a tener instalada la aplicación en el móvil y a compartir nuestro número con esas plataformas. Eso no es casual, y eso es parte de lo que «pagamos» por usar la aplicación. No se puede desinstalar de ninguna manera en el móvil y eso se usa para poder conectar contactos en las distintas redes sociales que ya se encargan de sacar beneficios a costa de la publicidad que pueden vender debido a la audiencia que concentran y al tráfico de datos que generan.
Sumamos el empobrecimiento de las relaciones que fomenta este tipo de redes al borreguismo al que nos somete y el beneficio que sacan a costa nuestra… y no compensa, al menos a mí no me compensa.
He perdido muchos contactos en estos seis meses al abandonar las redes sociales, y no los echo de menos. Realmente no estaban. Voy a perder el contacto con mucha gente al salir de WhatsApp, pero igualmente, significará deshacerme de vínculos que se mantenían solo por los intereses de la misma plataforma y por el afán de entretenimiento… para eso tengo muchas otras opciones, más ricas culturalmente y lo más importante, elegidas por mí.
Quien quiera saber de mí, sabe dónde encontrarme. De mi experiencia al salir de las redes he comprobado que gente que me aprecia no ha podido contactar conmigo y sé que es porque su cupo social ha sido satisfecho por las redes antes de llegar a sacar tiempo para mí. Ya avisé de la mercantilización de la atención a la que estamos sometidos actualmente, nuestra atención está siendo secuestrada poco a poco y día a día estamos alimentando relaciones que no llevan a nada y consumiendo información que aporta poco o más bien «desaporta».
Nada más. Terminaremos el 2020 totalmente desconectados, usando el móvil para recibir llamadas, para escuchar la voz de quien nos quiere y para llamar a quien queremos (cuando no les molestemos) que eso es otra… «WhatsApp está bien porque contestas cuando tienes tiempo y así no te molestan, ni molestas…» bendita molestia, señores.
A corto y medio plazo, no os digo que no… pero a largo plazo más vale estar solo que mal acompañado, en este caso más vale estar solo que sentirse «virtualmente» acompañado.
“Quien no está en las redes sociales está haciendo algo mejor que tú”
Hola Raúl! Aquí Jaír, de EfectiVida.
Totalmente de acuerdo con todo lo que comentas. En mi caso, a raíz de mi podcast y mi web, y con la idea que te meten en la cabeza de que si quieres llegar a más gente, debes usar las redes sociales, y muy a mi pesar, me di de alta en todas ellas. Después de cierres y reaperturas, automatizaciones y todo tipo de pruebas, finalmente las abandoné, espero, para siempre. Incluso cerré una cuenta de Twitter con más de 34.000 seguidores reales. Al igual que tú, me quedé con Whatsapp casi porque no me queda más remedio. Me sigue siendo muy útil, aunque mi objetivo es cargármela.
Enhorabuena por tu trabajo.
Por si quieres o tus lectores quieren ver más razones para abandonar las rrss, aquí dejo un artículo que publiqué al respecto: https://efectivida.es/efectividad/7-razones-para-no-usar-redes-sociales/
También recomiendo el libro de Jaron Lanier: «10 razones para borrar sus redes sociales de inmediato»
Un saludo desde las Islas Canarias!
Muchas gracias por tus palabras, Jaír.
La verdad es que abandonar todo esto es un acto muy personal asociado al estilo de vida que deseamos y la calidad de relaciones que queremos mantener ya no solo con las personas, sino con la cultura en general.
Leeré con detenimiento tu entrada.
Un abrazo, y de nuevo,
muchas gracias.